Paseando por internet me encontré con este breve resumen de algunos principios de la propaganda de Goebbels. Mientras los leía me vino a la mente automáticamente la doctrina bush y la ideología de ciertos sectores de izquierda. He aquí una comparación:
1) Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Bush: “la amenaza terrorista”
Cierta izquierda: “el imperialismo y su aliado, el sionismo”
2) Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Bush: “los terroristas islámicos”
Cierta izquierda: “los neocon y los sionistas” (siocon)
3) Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".
Bush: (no se me ocurre, si a alguien se le ocurre algo, mandelo y lo pongo)
Cierta izquierda: “la guerra civil en Gaza (o en Libano, o donde sea) fue incitada por Israel. Es culpa de Israel”
4) Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Bush: las cartas con Ántrax. Todo un teatro.
Cierta izquierda: la remodelación de la rampa temporaria “Mugrabí” es una destrucción de Al-Aksa.
5) Principio de la vulgarización. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar".
Bush: Bush de por sí es bastante tonto... pero creo que la frase que sintetiza la doctrina Bush es "o con nosotros o con ellos".
Cierta izquierda: la ocupación israelí es la causa del conflicto. Sin ocupación, habría paz. (¿y antes de 1967 que pasaba? ¿y en el 2000?)
6) Principio de orquestación. "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad".
Bush: “armas de destrucción masiva”
Cierta izquierda: “Estado Terrorista”, “Genocidio Palestino”, “Apartheid Israelí”
7) Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Bush: primero Bin Laden, luego Afganistán, luego Irak, ahora se viene Irán, luego Siria, Corea del Norte, luego… siempre hay una nueva amenaza. Algunas son válidas, pero otras...
Cierta izquierda: alcanza con ver la sección palestina de Rebelión, todas las semanas hay una "limpieza étnica" diferente...
8) Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Bush: Bush no revela las fuentes.
Cierta izquierda: proliferación de ONGs y agrupaciones que prácticamente no existen y que firman declaraciones o salen como “fuentes de información”. Vean la cantidad de Asociaciones, Agrupaciones, ONGs, Movimientos, etc., firman las solicitadas en contra de Israel.
9) Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Bush: no existían las armas de destrucción masiva. Pero evita hablar del tema…
Cierta izquiera: ¿el enemigo de mi enemigo es mi amigo? ¿Qué hace la izquierda manifestandose a favor de un régimen teocratico como el Iraní y con banderas de Hezbolla? ¿Cuáles son las bases para una Palestina Laica y Socialista? ¿Por qué apoyan entonces a Hamás y Al-Fatah en su lucha contra Israel?
10) Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Bush: “the american way of life” (made in Texas)
Cierta izquierda: "¿Cuál es el culto secular practicado por el judío?. La usura. ¿Cuál es su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipación de la usura y el dinero, es decir, el judaísmo práctico; real, seria la autoemancipación de nuestra época. […] La emancipación de la humanidad, del judaísmo". Carlos Marx, “La Cuestión Judía” (1843)
11) Principio de la unanimidad. Llegar a convencer mucha gente que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.
Bush: (no se me ocurre ejemplo)
Cierta izquierda: (tampoco me viene el ejemplo, se agradecen contribuciones)
En fin, con este post quería reflejar ciertas similitudes que me vinieron a la mente.
Si a alguien se le ocurren ejemplos buenos, pues haganmelo saber así modifico el post.
Saludos!
Buena Prensa, Buen Mundo!
viernes, junio 29, 2007
lunes, junio 25, 2007
Arafat y su tío
He aquí una biografía del Gran Muftí de Jerusalem desde 1921 hasta la independencia del Estado de Israel. El Gran Muftí era tío de Yasser Arafat.
Sin mas preambulos, aquí va la biografía extraída de Wikipedia.
Buena Prensa, Buen Mundo!
Sin mas preambulos, aquí va la biografía extraída de Wikipedia.
Buena Prensa, Buen Mundo!
Amin al-Husayni (el tío de Arafat)
Hajj Muhammad Amin al-Husayni – también transcrito Husseini, Hussaini, etc.– hacia 1895 - 4 de julio de 1974), fue un líder nacionalista árabe palestino y un líder religioso musulmán en su calidad de gran mufti de Jerusalén. Militante anti-judío, fue el principal aliado árabe del Tercer Reich.
Biografía
Nació en 1895 en Jerusalén, aunque hay fuentes que sitúan la fecha en 1893. Fue miembro de una de las familias musulmanas más prominentes de Jerusalén. En 1913, con 18 años, viajó en peregrinación a La Meca, de ahí el tratamiento honorífico de Hajj. Sirvió en el Ejército otomano durante la I Guerra Mundial. En 1921, bajo el mandato británico, el alto comisionado le indultó y le nombró «Gran Muftí de Jerusalén». En 1922 fue elegido presidente del Consejo Supremo Musulmán.
Encabezó las revueltas árabes de 1929 y de 1936 que dieron lugar a sendas masacres contra los judíos palestinos, la primera de ellas conocida como matanza de Hebrón. Desempeñó un papel destacado en la formación de los primeros movimientos terroristas árabes que atacaban a los judíos y a los británicos para oponerse al establecimiento de un Estado judío en el Mandato Británico de Palestina.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alió con el Tercer Reich, ayudando a reclutar musulmanes bosnios y croatas para las Waffen-SS en la 13ª División de Montaña SS Handschar. Esta División fue célebre por las masacres particularmente bárbaras cometidas contra los partisanos yugoslavos. Husseini intentó convencer a Hitler para ampliar el exterminio de judíos al Magreb y a Palestina. También propuso que la aviación alemana bombardeara Tel-Aviv. Permaneció como invitado del Tercer Reich hasta poco antes de su capitulación. Trató de escapar a Suiza, pero fue rechazado en la frontera, entrando en Francia, donde permaneció un año bajo vigilancia domiciliaria.
Escapó de la vigilancia en 1946 y llegó a El Cairo, donde pidió asilo político y asumió el mando de un recién creado Alto Ejecutivo Árabe, desde donde continuó su activismo antiisraelí. Los sionistas solicitaron a Gran Bretaña su extradición para juzgarlo como criminal de guerra. Sin embargo, los aliados no hicieron nada para ello, debido al prestigio de Husseini en el mundo árabe. Yugoslavia, que había sufrido sus matanzas, también lo intentó, pero la Liga Árabe y el gobierno egipcio detuvieron una vez más la demanda de extradición.
Murió en Beirut (Líbano) en 1974, sin poder ser enterrado en Jerusalén como era su deseo debido a la negativa del gobierno israelí. Su huella en el movimiento nacional palestino fue profunda. Su sobrino, Yasser Arafat (cuyo verdadero nombre es Muhammad Abd ar-Ra'uf Quduwa al-Husseini), que se inició combatiendo contra Israel a sus órdenes, lo alabó públicamente en diversas ocasiones, la última en una entrevista en agosto de 2002 en Al Sharq al Awsat, donde le calificó como «nuestro héroe».
Encabezó las revueltas árabes de 1929 y de 1936 que dieron lugar a sendas masacres contra los judíos palestinos, la primera de ellas conocida como matanza de Hebrón. Desempeñó un papel destacado en la formación de los primeros movimientos terroristas árabes que atacaban a los judíos y a los británicos para oponerse al establecimiento de un Estado judío en el Mandato Británico de Palestina.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alió con el Tercer Reich, ayudando a reclutar musulmanes bosnios y croatas para las Waffen-SS en la 13ª División de Montaña SS Handschar. Esta División fue célebre por las masacres particularmente bárbaras cometidas contra los partisanos yugoslavos. Husseini intentó convencer a Hitler para ampliar el exterminio de judíos al Magreb y a Palestina. También propuso que la aviación alemana bombardeara Tel-Aviv. Permaneció como invitado del Tercer Reich hasta poco antes de su capitulación. Trató de escapar a Suiza, pero fue rechazado en la frontera, entrando en Francia, donde permaneció un año bajo vigilancia domiciliaria.
Escapó de la vigilancia en 1946 y llegó a El Cairo, donde pidió asilo político y asumió el mando de un recién creado Alto Ejecutivo Árabe, desde donde continuó su activismo antiisraelí. Los sionistas solicitaron a Gran Bretaña su extradición para juzgarlo como criminal de guerra. Sin embargo, los aliados no hicieron nada para ello, debido al prestigio de Husseini en el mundo árabe. Yugoslavia, que había sufrido sus matanzas, también lo intentó, pero la Liga Árabe y el gobierno egipcio detuvieron una vez más la demanda de extradición.
Murió en Beirut (Líbano) en 1974, sin poder ser enterrado en Jerusalén como era su deseo debido a la negativa del gobierno israelí. Su huella en el movimiento nacional palestino fue profunda. Su sobrino, Yasser Arafat (cuyo verdadero nombre es Muhammad Abd ar-Ra'uf Quduwa al-Husseini), que se inició combatiendo contra Israel a sus órdenes, lo alabó públicamente en diversas ocasiones, la última en una entrevista en agosto de 2002 en Al Sharq al Awsat, donde le calificó como «nuestro héroe».
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Conflicto Palestino-Israelí,
Mundo Islámico
miércoles, junio 20, 2007
Violencia de Género
Les dejo este excelente artículo de Ayaan Hirsi Ali, quien más allá de ciertas opiniones polémicas, es indudablemente una gran defensora de los derechos de las mujeres.
Saludos!
Buena Prensa, Buen Mundo!
Lo que está sucediendo con las mujeres y niñas en muchos lugares del mundo es genocidio. Como todas las víctimas, ellas gritan su sufrimiento. Pero no es que el mundo no las escuche; es que prefiere no prestarles atención. Es mucho más cómodo para nosotros ignorar estos asuntos. Y con “nosotros” quiero decir también las mujeres. Muy a menudo, somos las primeras en apartar la vista. Incluso puede que seamos partícipes al favorecer a nuestros hijos y descuidar el cuidado de nuestras hijas. Todas estas cifras son estimaciones; registrar el número exacto de actos de violencia contra las mujeres no es una prioridad en muchos países.
Para salir adelante, existen tres retos:
Las mujeres no están organizadas ni unidas. Aquellas de nosotras en los países ricos que han alcanzado la igualdad ante la ley necesitamos movilizarnos para ayudar a nuestras compañeras. Solo nuestra indignación y nuestra presión política pueden llevar a un cambio.
Los islamistas están empeñados en reavivar y expandir un brutal y retrógrado conjunto de leyes. Donde quiera que los islamistas impongan la shariah o ley islámica, las mujeres son apartadas de la vida pública, se les niega la educación y se les fuerza a una vida de esclavitud doméstica.
Los relativistas culturales y morales cuestionan nuestro sentido de la indignación moral proclamando que los derechos humanos son una invención occidental. Los hombres que abusan de las mujeres exigen su derecho a guiarse por otros valores alternativos -una aproximación "asiática," "africana" o "islámica" a los derechos humanos.
Tenemos que combatir esto. Una cultura que secciona los genitales de las niñas, encadena sus mentes y justifica su opresión física no es igual que una cultura que considera que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres.
Hay tres pasos iniciales que los líderes del mundo podrían tomar para comenzar la erradicación del asesinato en masa de las mujeres:
1-Un tribunal como la corte de justicia de La Haya debería preocuparse por los 113 a 200 millones de mujeres y niñas desaparecidas.
2-Un serio esfuerzo internacional debe hacerse urgentemente para contabilizar con precisión la violencia contra niñas y mujeres, país a país.
3-Necesitamos una campaña mundial para la reforma de las culturas que permiten estos crímenes. Comencemos por decir sus nombres y avergonzarlas.
En los dos siglos pasados, los occidentales han ido cambiando gradualmente el modo de tratar a las mujeres. Como resultado, Occidente disfruta de una mayor paz y progreso. Mi esperanza es que el Tercer Mundo se embarque en este esfuerzo. Así como pusimos fin a la esclavitud, debemos acabar con el genericidio.
Ayaan Hirsi Ali
Saludos!
Buena Prensa, Buen Mundo!
Violencia de género o genericidio
Mientras preparaba este artículo, pregunté a un amigo judío si era apropiado usar el término “holocausto” para describir la violencia contra las mujeres en todo el mundo. Mi amigo se sorprendió, pero cuando le leí las cifras de un informe de 2004 publicado por el Centro de Ginebra para el Control Democrático de las Fuerzas Armadas, dijo que sí, sin dudarlo.
Una estimación de las Naciones Unidas dice que entre 113 y 200 millones de mujeres en todo el mundo están demográficamente “desaparecidas”. Cada año, entre 1,5 y 3 millones de mujeres y niñas pierden sus vidas como resultado de la violencia de género o la desatención.
¿Cómo es posible esto? Expondré algunos factores:
En países donde el nacimiento de un niño es considerado un regalo y el nacimiento de una niña una maldición de los dioses, el aborto selectivo y el infanticidio acaban con los bebés hembras.
Las chicas jóvenes mueren desproporcionadamente por desatención porque la comida y la atención médica llega primero a sus hermanos, padres, maridos e hijos.
En países donde las mujeres son consideradas propiedad de los hombres, sus padres y hermanos pueden asesinarlas por escoger sus propias parejas. Es lo que se llama muertes “de honor”, aunque el honor no tenga nada que ver con esto.
Las jóvenes novias son asesinadas si sus padres no pagan lo suficiente a los hombres que van a desposarlas. Es lo que se llama muertes “de dote”, aunque no sean muertes justas, sino asesinatos.
El brutal comercio internacional de chicas jóvenes mata un número incontable de ellas. La violencia doméstica es la mayor causa de muerte de mujeres en cada país. Se invierte tan poco en la salud de la mujer que cada año 600.000 de ellas mueren dando a luz. 6.000 niñas sufren mutilación genital cada día, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Muchas de ellas mueren; otras viven el resto de sus vidas incapacitadas por el dolor. De acuerdo con la WHO, una mujer de cada cinco en todo el mundo será víctima de violación o intento de violación durante su vida.
Una estimación de las Naciones Unidas dice que entre 113 y 200 millones de mujeres en todo el mundo están demográficamente “desaparecidas”. Cada año, entre 1,5 y 3 millones de mujeres y niñas pierden sus vidas como resultado de la violencia de género o la desatención.
¿Cómo es posible esto? Expondré algunos factores:
En países donde el nacimiento de un niño es considerado un regalo y el nacimiento de una niña una maldición de los dioses, el aborto selectivo y el infanticidio acaban con los bebés hembras.
Las chicas jóvenes mueren desproporcionadamente por desatención porque la comida y la atención médica llega primero a sus hermanos, padres, maridos e hijos.
En países donde las mujeres son consideradas propiedad de los hombres, sus padres y hermanos pueden asesinarlas por escoger sus propias parejas. Es lo que se llama muertes “de honor”, aunque el honor no tenga nada que ver con esto.
Las jóvenes novias son asesinadas si sus padres no pagan lo suficiente a los hombres que van a desposarlas. Es lo que se llama muertes “de dote”, aunque no sean muertes justas, sino asesinatos.
El brutal comercio internacional de chicas jóvenes mata un número incontable de ellas. La violencia doméstica es la mayor causa de muerte de mujeres en cada país. Se invierte tan poco en la salud de la mujer que cada año 600.000 de ellas mueren dando a luz. 6.000 niñas sufren mutilación genital cada día, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Muchas de ellas mueren; otras viven el resto de sus vidas incapacitadas por el dolor. De acuerdo con la WHO, una mujer de cada cinco en todo el mundo será víctima de violación o intento de violación durante su vida.
Lo que está sucediendo con las mujeres y niñas en muchos lugares del mundo es genocidio. Como todas las víctimas, ellas gritan su sufrimiento. Pero no es que el mundo no las escuche; es que prefiere no prestarles atención. Es mucho más cómodo para nosotros ignorar estos asuntos. Y con “nosotros” quiero decir también las mujeres. Muy a menudo, somos las primeras en apartar la vista. Incluso puede que seamos partícipes al favorecer a nuestros hijos y descuidar el cuidado de nuestras hijas. Todas estas cifras son estimaciones; registrar el número exacto de actos de violencia contra las mujeres no es una prioridad en muchos países.
Para salir adelante, existen tres retos:
Las mujeres no están organizadas ni unidas. Aquellas de nosotras en los países ricos que han alcanzado la igualdad ante la ley necesitamos movilizarnos para ayudar a nuestras compañeras. Solo nuestra indignación y nuestra presión política pueden llevar a un cambio.
Los islamistas están empeñados en reavivar y expandir un brutal y retrógrado conjunto de leyes. Donde quiera que los islamistas impongan la shariah o ley islámica, las mujeres son apartadas de la vida pública, se les niega la educación y se les fuerza a una vida de esclavitud doméstica.
Los relativistas culturales y morales cuestionan nuestro sentido de la indignación moral proclamando que los derechos humanos son una invención occidental. Los hombres que abusan de las mujeres exigen su derecho a guiarse por otros valores alternativos -una aproximación "asiática," "africana" o "islámica" a los derechos humanos.
Tenemos que combatir esto. Una cultura que secciona los genitales de las niñas, encadena sus mentes y justifica su opresión física no es igual que una cultura que considera que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres.
Hay tres pasos iniciales que los líderes del mundo podrían tomar para comenzar la erradicación del asesinato en masa de las mujeres:
1-Un tribunal como la corte de justicia de La Haya debería preocuparse por los 113 a 200 millones de mujeres y niñas desaparecidas.
2-Un serio esfuerzo internacional debe hacerse urgentemente para contabilizar con precisión la violencia contra niñas y mujeres, país a país.
3-Necesitamos una campaña mundial para la reforma de las culturas que permiten estos crímenes. Comencemos por decir sus nombres y avergonzarlas.
En los dos siglos pasados, los occidentales han ido cambiando gradualmente el modo de tratar a las mujeres. Como resultado, Occidente disfruta de una mayor paz y progreso. Mi esperanza es que el Tercer Mundo se embarque en este esfuerzo. Así como pusimos fin a la esclavitud, debemos acabar con el genericidio.
Ayaan Hirsi Ali
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sábado, junio 09, 2007
El origen del terrorismo islámico
Algunos esgrimen la tesis, desde un racionalismo europeo exasperante, de que son gente desesperada, y lo ponene en términos de opresores contra oprimidos.
Otros, como Pilar Rahola, Daniel Pipes sostienen que es principalmente una cuestión educativa.
Pues ahora miren este video: no parecen niños de bajos recursos, tienen educación pre-escolar, pronto ingresarán a la primaria y a la secundaria, e incluso a la universidad.
Tienen recursos, tienen educación, tienen oportunidades. No vengan con el estereotipo del hombre desesperado que se inmola: la ideología fundamentalista suicida es producto de la educación que reciben estos niños. ¡Es fundamental que se haga algo al respecto!
Buena Prensa, Buen Mundo!
pd: las frases que dicen esos niños son el lema de Hamás, que figura en el artículo 8 de su Carta Orgánica
Transcripción al español:
Anfitrión: “Ahora tomaremos un corto descanso para presentar a los niños de Palestina, y algunas escenas de la celebración en las escuelas de jardín de infantes de la Asociación Islámica. Nosotros le seguimos el rastro a esta ceremonia de graduación de la clase No. 29 de la escuela de jardín de infantes de la Asociación Islámica. Veamos el informe, y luego regresaremos para completar la discusión”.
Acto de muchachas
[…]
Anfitrión: “Todo lo mejor. Quédense con nosotros para mirar esta actuación de los niños de Palestina.
Acto de muchachos.
Muchachos: “Alá Akbar. Alabanzas sean para Alá. Alá Akbar”. (Alá es grande)
“Alabanzas sean para Alá. Alá Akbar”.
“Alabanzas sean para Alá. Alá Akbar”.
“Alabanzas sean para Alá”.
“Quién es su modelo de inspiración? El Profeta”.
“Quién es su modelo de inspiración? El Profeta”.
“Cuál es tu camino? Jihad”.
“Cuál es tu camino? Jihad”.
“Cuál es tu aspiración más alta? La muerte por la causa de Alá”.
“Cuál es tu aspiración más alta? La muerte por la causa de Alá”.
(vía ElRejunte)
Otros, como Pilar Rahola, Daniel Pipes sostienen que es principalmente una cuestión educativa.
Pues ahora miren este video: no parecen niños de bajos recursos, tienen educación pre-escolar, pronto ingresarán a la primaria y a la secundaria, e incluso a la universidad.
Tienen recursos, tienen educación, tienen oportunidades. No vengan con el estereotipo del hombre desesperado que se inmola: la ideología fundamentalista suicida es producto de la educación que reciben estos niños. ¡Es fundamental que se haga algo al respecto!
Buena Prensa, Buen Mundo!
pd: las frases que dicen esos niños son el lema de Hamás, que figura en el artículo 8 de su Carta Orgánica
Transcripción al español:
Anfitrión: “Ahora tomaremos un corto descanso para presentar a los niños de Palestina, y algunas escenas de la celebración en las escuelas de jardín de infantes de la Asociación Islámica. Nosotros le seguimos el rastro a esta ceremonia de graduación de la clase No. 29 de la escuela de jardín de infantes de la Asociación Islámica. Veamos el informe, y luego regresaremos para completar la discusión”.
Acto de muchachas
[…]
Anfitrión: “Todo lo mejor. Quédense con nosotros para mirar esta actuación de los niños de Palestina.
Acto de muchachos.
Muchachos: “Alá Akbar. Alabanzas sean para Alá. Alá Akbar”. (Alá es grande)
“Alabanzas sean para Alá. Alá Akbar”.
“Alabanzas sean para Alá. Alá Akbar”.
“Alabanzas sean para Alá”.
“Quién es su modelo de inspiración? El Profeta”.
“Quién es su modelo de inspiración? El Profeta”.
“Cuál es tu camino? Jihad”.
“Cuál es tu camino? Jihad”.
“Cuál es tu aspiración más alta? La muerte por la causa de Alá”.
“Cuál es tu aspiración más alta? La muerte por la causa de Alá”.
(vía ElRejunte)
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martes, junio 05, 2007
1967: Y el mundo no hizo nada
Hoy 5 de Junio de 2007 se cumplen 40 años de la Guerra de los Seis Días, que, entre otras cosas, dió origen a la cuestión de la ocupación israelí de Gaza y Cisjordania (Judea y Samaria), y a la cuestión de los asentamientos judíos en dichos lugares.
En otro post dejé bien en claro mi postura acerca del sector minoritario mesianico-nacionalista que lamentablemente existe en Israel.
Aquí les dejo este artículo, también de la organización Paz Ahora (Shalom Ajshav) que habla sobre la inacción mundial previa al inicio de la Guerra de los Seis días en 1967.
No estoy argumentando a favor de que Israel se quede con los territorios ocupados a partir de 1967. Que no se malinterprete. Simplemente estoy mostrando, como tantas veces intenté hacerlo, que el conflicto no se resolverá con la simple retirada de los territorios.
Es difícil encontrar un plan árabe de paz (incluida la actual propuesta saudí) que no exija el retorno al statu quo vigente el 4 de junio de 1967. ¿Por qué se ha sacralizado esa fecha? Porque un día después estalló la Guerra de los Seis Días, en la que Israel logró una de las más sensacionales victorias del siglo XX. Los árabes llevan cuatro décadas tratando de deshacer las consecuencias de tal conflicto.
El verdadero aniversario de la guerra debería ser otro; debería fecharse tres semanas antes. El 16 de mayo de 1967 el por entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Naser, exigía la evacuación de las fuerzas de interposición de la ONU estacionadas en el Sinaí, que habían mantenido la paz entre Israel y Egipto por espacio de 10 años. La ONU se plegó a sus deseos y Naser impuso un bloqueo naval al puerto de Eilat, la única salida al mar con que contaba Israel en el sur. Se trataba de un claro acto de guerra.
Cómo llegó Egipto a esta temeraria provocación es un relato complejo (lean la magistral crónica de Michael Oren), en el que tienen cabida los fallos de comunicación y, lo que es peor, la desinformación. La Unión Soviética informó urgente y falsariamente a Estados-satélite de la zona, Siria y Egipto, de que Israel estaba movilizando una gran cantidad de tropas hacia la frontera siria con el objeto de lanzar un ataque. Israel trató desesperadamente de desmentir tales acusaciones y por tres veces invitó al embajador soviético a visitar la zona. El embajador se negó a hacer tal cosa. Las advertencias soviéticas provocaron una cascada de maniobras en el mundo árabe que, a su vez, llevaron a Naser, campeón del panarabismo, a enfrentarse con Israel. El Sinaí estaba remilitarizado y el sur de Israel, sometido a un bloqueo naval.
¿Por qué sigue siendo tan importante todo esto? Porque las tres semanas comprendidas entre el 16 de mayo y el 5 de junio de 1967 explican la reluctancia de Israel durante estos últimos 40 años a entregar lo que obtuvo en la Guerra de los Seis Días: los Altos del Golán, Gaza y la Margen Occidental, a cambio de una paz garantizada sobre el papel. Israel disponía de garantías similares desde la conclusión de la Guerra de Suez (1956), tras la cual evacuó el Sinaí a cambio del asentamiento de la referida fuerza de interposición de la ONU y de que las potencias occidentales garantizaran el libre tránsito por los Estrechos de Tirán.
Naser acabó con todo eso de un manotazo. Durante esas tres semanas interminables el presidente norteamericano, Lyndon B. Johnson, trató de reunir una armada multinacional para romper el citado bloqueo naval, pero fracasó estrepitosamente.
Es difícil exagerar cómo fueron esas tres semanas para Israel. Egipto, ya aliado con Siria, hizo un pacto militar de emergencia con Jordania. Irak, Argelia, Arabia Saudí, Sudán, Túnez, Libia y Marruecos empezaron a enviar tropas a la zona, ante el desencadenamiento inminente de las hostilidades. Mientras las tropas y blindados árabes se agolpaban en todas y cada una de las fronteras israelíes, en las capitales árabes los informativos anunciaban, extasiados, el inminente estallido de la guerra definitiva para el exterminio de Israel. "Destruiremos Israel y a sus habitantes –clamaba el cabecilla de la OLP Ahmed Shuqayri–. En cuanto a los supervivientes, si es que queda alguno, ya están preparados los barcos en que serán deportados".
Para Israel, la espera fue insoportable y debilitadora. El Ejército, conformado por civiles, hubo de ser movilizado. Mientras sus efectivos esperaban en los diversos frentes a que el mundo rescatara a Israel del peligro inminente, la sociedad quedó paralizada y la economía del país comenzó a desangrarse. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Isaac Rabin, que más tarde habría de ser ensalzado como héroe de guerra y, después, como mártir de la paz, sufrió una crisis nerviosa: quedó incapacitado hasta el punto de la incoherencia a causa de la insostenible tensión de la espera.
El resto es bien sabido. Rabin se recuperó a tiempo para conducir a Israel hasta la victoria. Sin embargo, solemos olvidar lo peligrosa que era la circunstancia de aquel Israel. La guerra se decidió la mañana del 5 de junio, luego de un exitoso ataque israelí contra las fuerzas aéreas egipcias. Fue una apuesta de incalculable magnitud. Israel envió al grueso de sus fuerzas aéreas, compuesta por 200 aparatos, a tal misión. Los atacantes quedarían completamente expuestos al fuego antiaéreo y a los misiles del enemigo. Si hubieran sido detectados y destruidos, el número de aviones que quedaban atrás para defender el país de los 900 aviones de las fuerzas árabes combinadas ascendía a... 12.
También olvidamos que Israel no pretendía, para nada, ocupar la Margen Occidental. Israel suplicó al rey Husein de Jordania que se mantuviese al margen del conflicto. Enfrentado a cara de perro con un Egipto que le aventajaba en efectivos, Israel no tenía ningún deseo de abrir un nuevo frente a apenas unos metros del Jerusalén judío y a unos pocos kilómetros de Tel Aviv. Pero Naser transmitió personalmente a Husein que Egipto había destruido los aeródromos y las fuerzas aéreas de Israel, y que la victoria total estaba al alcance de la mano. Husein no pudo resistirse a la tentación de unirse a la lucha y se embarcó en ella. Y perdió.
Pronto lloverán las retrospectivas a propósito del 40º aniversario de la guerra, y de cómo la paz se encuentra a la vuelta de la esquina: bastaría con que Israel volviese a las fronteras anteriores al 4 de junio de 1967. Pero los israelíes se muestran cautelosos. Recuerdan con terror aquel 4 de junio. Recuerdan ese mes de mayo insoportable en el que, sin que su país se encontrara ocupando territorio alguno, el mundo árabe en pleno se preparó para exterminarlo. Y, claro, recuerdan que el mundo no hizo nada al respecto.
En otro post dejé bien en claro mi postura acerca del sector minoritario mesianico-nacionalista que lamentablemente existe en Israel.
Aquí les dejo este artículo, también de la organización Paz Ahora (Shalom Ajshav) que habla sobre la inacción mundial previa al inicio de la Guerra de los Seis días en 1967.
No estoy argumentando a favor de que Israel se quede con los territorios ocupados a partir de 1967. Que no se malinterprete. Simplemente estoy mostrando, como tantas veces intenté hacerlo, que el conflicto no se resolverá con la simple retirada de los territorios.
... Y el mundo no hizo nada
Por Charles Krauthammer
Fuente: The Washington Post - 21/5/2007.
Es difícil encontrar un plan árabe de paz (incluida la actual propuesta saudí) que no exija el retorno al statu quo vigente el 4 de junio de 1967. ¿Por qué se ha sacralizado esa fecha? Porque un día después estalló la Guerra de los Seis Días, en la que Israel logró una de las más sensacionales victorias del siglo XX. Los árabes llevan cuatro décadas tratando de deshacer las consecuencias de tal conflicto.
El verdadero aniversario de la guerra debería ser otro; debería fecharse tres semanas antes. El 16 de mayo de 1967 el por entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Naser, exigía la evacuación de las fuerzas de interposición de la ONU estacionadas en el Sinaí, que habían mantenido la paz entre Israel y Egipto por espacio de 10 años. La ONU se plegó a sus deseos y Naser impuso un bloqueo naval al puerto de Eilat, la única salida al mar con que contaba Israel en el sur. Se trataba de un claro acto de guerra.
Cómo llegó Egipto a esta temeraria provocación es un relato complejo (lean la magistral crónica de Michael Oren), en el que tienen cabida los fallos de comunicación y, lo que es peor, la desinformación. La Unión Soviética informó urgente y falsariamente a Estados-satélite de la zona, Siria y Egipto, de que Israel estaba movilizando una gran cantidad de tropas hacia la frontera siria con el objeto de lanzar un ataque. Israel trató desesperadamente de desmentir tales acusaciones y por tres veces invitó al embajador soviético a visitar la zona. El embajador se negó a hacer tal cosa. Las advertencias soviéticas provocaron una cascada de maniobras en el mundo árabe que, a su vez, llevaron a Naser, campeón del panarabismo, a enfrentarse con Israel. El Sinaí estaba remilitarizado y el sur de Israel, sometido a un bloqueo naval.
¿Por qué sigue siendo tan importante todo esto? Porque las tres semanas comprendidas entre el 16 de mayo y el 5 de junio de 1967 explican la reluctancia de Israel durante estos últimos 40 años a entregar lo que obtuvo en la Guerra de los Seis Días: los Altos del Golán, Gaza y la Margen Occidental, a cambio de una paz garantizada sobre el papel. Israel disponía de garantías similares desde la conclusión de la Guerra de Suez (1956), tras la cual evacuó el Sinaí a cambio del asentamiento de la referida fuerza de interposición de la ONU y de que las potencias occidentales garantizaran el libre tránsito por los Estrechos de Tirán.
Naser acabó con todo eso de un manotazo. Durante esas tres semanas interminables el presidente norteamericano, Lyndon B. Johnson, trató de reunir una armada multinacional para romper el citado bloqueo naval, pero fracasó estrepitosamente.
Es difícil exagerar cómo fueron esas tres semanas para Israel. Egipto, ya aliado con Siria, hizo un pacto militar de emergencia con Jordania. Irak, Argelia, Arabia Saudí, Sudán, Túnez, Libia y Marruecos empezaron a enviar tropas a la zona, ante el desencadenamiento inminente de las hostilidades. Mientras las tropas y blindados árabes se agolpaban en todas y cada una de las fronteras israelíes, en las capitales árabes los informativos anunciaban, extasiados, el inminente estallido de la guerra definitiva para el exterminio de Israel. "Destruiremos Israel y a sus habitantes –clamaba el cabecilla de la OLP Ahmed Shuqayri–. En cuanto a los supervivientes, si es que queda alguno, ya están preparados los barcos en que serán deportados".
Para Israel, la espera fue insoportable y debilitadora. El Ejército, conformado por civiles, hubo de ser movilizado. Mientras sus efectivos esperaban en los diversos frentes a que el mundo rescatara a Israel del peligro inminente, la sociedad quedó paralizada y la economía del país comenzó a desangrarse. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Isaac Rabin, que más tarde habría de ser ensalzado como héroe de guerra y, después, como mártir de la paz, sufrió una crisis nerviosa: quedó incapacitado hasta el punto de la incoherencia a causa de la insostenible tensión de la espera.
El resto es bien sabido. Rabin se recuperó a tiempo para conducir a Israel hasta la victoria. Sin embargo, solemos olvidar lo peligrosa que era la circunstancia de aquel Israel. La guerra se decidió la mañana del 5 de junio, luego de un exitoso ataque israelí contra las fuerzas aéreas egipcias. Fue una apuesta de incalculable magnitud. Israel envió al grueso de sus fuerzas aéreas, compuesta por 200 aparatos, a tal misión. Los atacantes quedarían completamente expuestos al fuego antiaéreo y a los misiles del enemigo. Si hubieran sido detectados y destruidos, el número de aviones que quedaban atrás para defender el país de los 900 aviones de las fuerzas árabes combinadas ascendía a... 12.
También olvidamos que Israel no pretendía, para nada, ocupar la Margen Occidental. Israel suplicó al rey Husein de Jordania que se mantuviese al margen del conflicto. Enfrentado a cara de perro con un Egipto que le aventajaba en efectivos, Israel no tenía ningún deseo de abrir un nuevo frente a apenas unos metros del Jerusalén judío y a unos pocos kilómetros de Tel Aviv. Pero Naser transmitió personalmente a Husein que Egipto había destruido los aeródromos y las fuerzas aéreas de Israel, y que la victoria total estaba al alcance de la mano. Husein no pudo resistirse a la tentación de unirse a la lucha y se embarcó en ella. Y perdió.
Pronto lloverán las retrospectivas a propósito del 40º aniversario de la guerra, y de cómo la paz se encuentra a la vuelta de la esquina: bastaría con que Israel volviese a las fronteras anteriores al 4 de junio de 1967. Pero los israelíes se muestran cautelosos. Recuerdan con terror aquel 4 de junio. Recuerdan ese mes de mayo insoportable en el que, sin que su país se encontrara ocupando territorio alguno, el mundo árabe en pleno se preparó para exterminarlo. Y, claro, recuerdan que el mundo no hizo nada al respecto.
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Conflicto Palestino-Israelí
domingo, junio 03, 2007
Como si la cola moviera al perro -por Mario Wainstein
Aquí les dejo este texto de Mario Wainstein, que trata sobre el sector mesianico-nacionalista (los fundamentalistas judíos) y su rol dentro de la política israelí a partir de 1967.
Me parece acertado el análisis que efectúa. Este es un tema que hemos tratado en varias ocasiones en las discusiones, pero que nunca lo he puesto en un post. Pues aquí está. Bienvenida sea la discusión.
Buena Prensa, Buen Mundo!
pd: recordemos un poco quien es Mario Wainstein. Mario Wainstein es un periodista argentino, de tendencia progresista, residente en Israel hace mas de 30 años. Jefe de Redacción del diario AURORA. Co-fundador del Movimiento Shalom Ajshav (Paz Ahora) y activo militante por el dialogo palestino-israelí. El movimiento Shalom Ajshav, hizo movilizaciones multitudinarias en los años 90, y llego a movilizar a 1 millón de adherentes
Gente que se supone lúcida ha criticado esta semana a la presidenta de la Knéset, Dalia Itzik, por haber invitado al cuerpo diplomático a los festejos por los 40 años de la reunificación de Jerusalén. Debía haber sabido, sostienen, que nadie llegaría y evitar, por lo tanto, el gesto de desprecio.
Es sintomático que las reacciones del israelí medio, y por lo tanto también de la conducción política, sean a las consecuencias superficiales de los hechos, y no a los hechos en sí y a sus significados.
Me parece acertado el análisis que efectúa. Este es un tema que hemos tratado en varias ocasiones en las discusiones, pero que nunca lo he puesto en un post. Pues aquí está. Bienvenida sea la discusión.
Buena Prensa, Buen Mundo!
pd: recordemos un poco quien es Mario Wainstein. Mario Wainstein es un periodista argentino, de tendencia progresista, residente en Israel hace mas de 30 años. Jefe de Redacción del diario AURORA. Co-fundador del Movimiento Shalom Ajshav (Paz Ahora) y activo militante por el dialogo palestino-israelí. El movimiento Shalom Ajshav, hizo movilizaciones multitudinarias en los años 90, y llego a movilizar a 1 millón de adherentes
Como si la cola moviera al perro
Mario Wainstein
Fuente: Aurora - 19/5/2007.
Gente que se supone lúcida ha criticado esta semana a la presidenta de la Knéset, Dalia Itzik, por haber invitado al cuerpo diplomático a los festejos por los 40 años de la reunificación de Jerusalén. Debía haber sabido, sostienen, que nadie llegaría y evitar, por lo tanto, el gesto de desprecio.
Es sintomático que las reacciones del israelí medio, y por lo tanto también de la conducción política, sean a las consecuencias superficiales de los hechos, y no a los hechos en sí y a sus significados.
La crítica, que fue especialmente dura en los círculos de la derecha en general y de la derecha religiosa en particular, se dirigió a la invitación de Itzik en lugar de hacerlo a la vana idea de celebrar pomposamente lo que para todo el mundo, sin excepción, es la ocupación militar y posterior anexión de un territorio habitado por otro pueblo.
Jerusalén simboliza mejor que nada y que nadie la patología israelí instalada hace cuarenta años en el seno de un sector delirante, fantasioso y fanático, que desde entonces hasta ahora ha impulsado a la política del Estado, como si la cola moviera al perro en lugar de ser al revés, llevándola al borde del abismo.
La enfermedad aludida se llama mesianismo. Históricamente pertenece al pueblo judío y en su estado puro tiene alrededor de 2.400 años de vida. Otros pueblos y culturas la han contraído en menor escala pero siempre con los mismos resultados catastróficos: muerte, desolación, muchísimas veces crueles enfrentamientos internos.
Jerusalén simboliza mejor que nada y que nadie la patología israelí instalada hace cuarenta años en el seno de un sector delirante, fantasioso y fanático, que desde entonces hasta ahora ha impulsado a la política del Estado, como si la cola moviera al perro en lugar de ser al revés, llevándola al borde del abismo.
La enfermedad aludida se llama mesianismo. Históricamente pertenece al pueblo judío y en su estado puro tiene alrededor de 2.400 años de vida. Otros pueblos y culturas la han contraído en menor escala pero siempre con los mismos resultados catastróficos: muerte, desolación, muchísimas veces crueles enfrentamientos internos.
La fe en la llegada del Mesías es filosóficamente loable. Significa que vivimos en un mundo perfectible, y que llegará un día en el cual alcanzaremos la perfección. Es una fe que reivindica la fraternidad humana, porque el Mesías llegará para toda la humanidad, que lo reconocerá y se congregará en Jerusalén.
Lo elogiable en la idea mesiánica reside en la espera. Con fe. La desgracia reside en el ansia de concreción de esa espera, en la intención de interpretar y acelerar el proceso. Los más grandes infortunios recayeron sobre el pueblo judío cuando sobrevinieron ``tiempos mesiánicos'', ya sea en los años previos a la destrucción del Segundo Templo, ya con el falso mesianismo de Shabetai Zvi, ya con el actual que postulan los ciegos seguidores de Lubavitch.
El peligro en nuestros días, un peligro que ha seguido creciendo en forma incesante desde la Guerra de los Seis Días (junio de 1967) hasta nuestros días, reside en la fatal combinación de mesianismo -falso, por supuesto: todos los mesianismos son falsos- y nacionalismo territorial. Cada uno de ellos es peligroso, pero juntos constituyen una catástrofe. Peor que la ocupación de territorios es su ocupación ``por mandato divino''.
De manera que mientras el líder del Partido Nacional Religioso (Mafdal) Zevulún Orlev condenaba con duros términos la decisión de Itzik y la crítica de Olmert al contralor de Estado, un reciente inmigrante de Francia, religioso, asesinaba a un taxista por el solo hecho de que era árabe. Dicen que no hace mucho se había hecho religioso. Puede ser. El hecho es que no cometió el asesinato sin pasar antes por la kipá en la cabeza.
Porque todo el sector mesiánico del sionismo religioso dirá ahora que se trata de un desequilibrado mental y que, en todo caso, una mala hierba no representa a todo el sector.
Pero el hecho es que todos los asesinatos de este tipo que yo recuerdo, desde el perpetrado contra Emil Gryncwaig y hasta el de esta semana, pasando por Baruj Goldstein en Hebrón y similares, han provenido de ese mismo sector. Eso no es una mala hierba, eso es un cantero, un invernadero, producto de una semilla que repetidamente provoca una mutación similar.
En esa misma semana, como para que todos podamos ver el cuadro completo y no podamos escudarnos el día de mañana detrás de una pretendida ignorancia, un grupo de rabinos de esa extracción, entre los cuales algunos de los más influyentes, ingresó al Monte del Templo, es la explanada de las mezquitas, cambiando de esa manera un veredicto muy antiguo que prohibía hacerlo.
No entraré aquí a la discusión rabínica en torno a la prohibición de ingresar a esa estancia, porque no hace al caso. Lo que sí lo hace, es que esos señores han comenzado una nueva etapa, que equivale a buscar con una antorcha encendida dentro de un barril con explosivos. El Estado tiene el derecho y la obligación de impedir que eso tenga lugar y me temo no estar seguro de que lo hará.
Al levantar la prohibición, el sector mesiánico-nacionalista conduce una vez más a la gran mayoría a una situación peligrosa e insostenible, como lo ha venido haciendo desde hace cuarenta años.
De manera que un buen día la población israelí se despierta a la mañana y se encuentra con que tiene a 200.000 personas viviendo en territorios palestinos, pese a que una abrumadora mayoría se opone a ello. De manera que ahora se lo coloca ante la disyuntiva: un eventual acuerdo con los palestinos requiere la evacuación de poblaciones y asentamientos, y la eventual evacuación de asentamientos entraña el peligro de actos violentos y guerras fratricidas.
Es decir: una minoría fanática ha colocado a la mayoría sensata de este país ante la elección: guerra eterna con el mundo árabe o guerra interna entre nosotros.
El argumento de que ha habido una desconexión sin llegar a derramamientos de sangre es incorrecto y plantea un razonamiento equivocado. Es incorrecto porque hubo por lo menos dos casos de asesinatos de árabes, uno en Cisjordania y otro dentro de Israel, perpetrados con el expreso propósito de detener el proceso. (Sí: en ambos casos eran hombres con kipá).
El razonamiento, de todas maneras, es equivocado, porque presume que si no hubo enfrentamientos armados antes, no los habrá después, y de esa manera se elimina de los cálculos la posibilidad de innovar: nunca hay una primera vez. Una primera vez que ya ha existido, sin ir más lejos con el asesinato de Itzjak Rabin (Igal Amir no lleva la cabeza descubierta).
Volviendo a Itzik y al cuerpo diplomático, la crítica verdadera debe ser dirigida al vano y pueril intento de anexar la ciudad, que comenzó en 1967 y se hizo más gratuitamente provocativo en 1980, con la innecesaria ley promovida por el ala nacionalista radical.
Fue muy fácil derribar inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días la muralla física que dividía a la ciudad entre Jordania e Israel. La otra, la verdadera por auténtica, la muralla que separa a los pueblos, quedó tal como estaba y a ella se le sumaron otras murallas divisorias en esa problemática y emblemática ciudad.
A cuarenta años de su anexión -un término mucho más correcto que ``unificación''- Jerusalén es una ciudad tristemente dividida. Lo único que podemos y debemos hacer a ese respecto, es convertirla en una ciudad felizmente dividida.
Para ello debemos enfrentar con decisión, entre otros, al mesianismo nacionalista fanático.
Lo elogiable en la idea mesiánica reside en la espera. Con fe. La desgracia reside en el ansia de concreción de esa espera, en la intención de interpretar y acelerar el proceso. Los más grandes infortunios recayeron sobre el pueblo judío cuando sobrevinieron ``tiempos mesiánicos'', ya sea en los años previos a la destrucción del Segundo Templo, ya con el falso mesianismo de Shabetai Zvi, ya con el actual que postulan los ciegos seguidores de Lubavitch.
El peligro en nuestros días, un peligro que ha seguido creciendo en forma incesante desde la Guerra de los Seis Días (junio de 1967) hasta nuestros días, reside en la fatal combinación de mesianismo -falso, por supuesto: todos los mesianismos son falsos- y nacionalismo territorial. Cada uno de ellos es peligroso, pero juntos constituyen una catástrofe. Peor que la ocupación de territorios es su ocupación ``por mandato divino''.
De manera que mientras el líder del Partido Nacional Religioso (Mafdal) Zevulún Orlev condenaba con duros términos la decisión de Itzik y la crítica de Olmert al contralor de Estado, un reciente inmigrante de Francia, religioso, asesinaba a un taxista por el solo hecho de que era árabe. Dicen que no hace mucho se había hecho religioso. Puede ser. El hecho es que no cometió el asesinato sin pasar antes por la kipá en la cabeza.
Porque todo el sector mesiánico del sionismo religioso dirá ahora que se trata de un desequilibrado mental y que, en todo caso, una mala hierba no representa a todo el sector.
Pero el hecho es que todos los asesinatos de este tipo que yo recuerdo, desde el perpetrado contra Emil Gryncwaig y hasta el de esta semana, pasando por Baruj Goldstein en Hebrón y similares, han provenido de ese mismo sector. Eso no es una mala hierba, eso es un cantero, un invernadero, producto de una semilla que repetidamente provoca una mutación similar.
En esa misma semana, como para que todos podamos ver el cuadro completo y no podamos escudarnos el día de mañana detrás de una pretendida ignorancia, un grupo de rabinos de esa extracción, entre los cuales algunos de los más influyentes, ingresó al Monte del Templo, es la explanada de las mezquitas, cambiando de esa manera un veredicto muy antiguo que prohibía hacerlo.
No entraré aquí a la discusión rabínica en torno a la prohibición de ingresar a esa estancia, porque no hace al caso. Lo que sí lo hace, es que esos señores han comenzado una nueva etapa, que equivale a buscar con una antorcha encendida dentro de un barril con explosivos. El Estado tiene el derecho y la obligación de impedir que eso tenga lugar y me temo no estar seguro de que lo hará.
Al levantar la prohibición, el sector mesiánico-nacionalista conduce una vez más a la gran mayoría a una situación peligrosa e insostenible, como lo ha venido haciendo desde hace cuarenta años.
De manera que un buen día la población israelí se despierta a la mañana y se encuentra con que tiene a 200.000 personas viviendo en territorios palestinos, pese a que una abrumadora mayoría se opone a ello. De manera que ahora se lo coloca ante la disyuntiva: un eventual acuerdo con los palestinos requiere la evacuación de poblaciones y asentamientos, y la eventual evacuación de asentamientos entraña el peligro de actos violentos y guerras fratricidas.
Es decir: una minoría fanática ha colocado a la mayoría sensata de este país ante la elección: guerra eterna con el mundo árabe o guerra interna entre nosotros.
El argumento de que ha habido una desconexión sin llegar a derramamientos de sangre es incorrecto y plantea un razonamiento equivocado. Es incorrecto porque hubo por lo menos dos casos de asesinatos de árabes, uno en Cisjordania y otro dentro de Israel, perpetrados con el expreso propósito de detener el proceso. (Sí: en ambos casos eran hombres con kipá).
El razonamiento, de todas maneras, es equivocado, porque presume que si no hubo enfrentamientos armados antes, no los habrá después, y de esa manera se elimina de los cálculos la posibilidad de innovar: nunca hay una primera vez. Una primera vez que ya ha existido, sin ir más lejos con el asesinato de Itzjak Rabin (Igal Amir no lleva la cabeza descubierta).
Volviendo a Itzik y al cuerpo diplomático, la crítica verdadera debe ser dirigida al vano y pueril intento de anexar la ciudad, que comenzó en 1967 y se hizo más gratuitamente provocativo en 1980, con la innecesaria ley promovida por el ala nacionalista radical.
Fue muy fácil derribar inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días la muralla física que dividía a la ciudad entre Jordania e Israel. La otra, la verdadera por auténtica, la muralla que separa a los pueblos, quedó tal como estaba y a ella se le sumaron otras murallas divisorias en esa problemática y emblemática ciudad.
A cuarenta años de su anexión -un término mucho más correcto que ``unificación''- Jerusalén es una ciudad tristemente dividida. Lo único que podemos y debemos hacer a ese respecto, es convertirla en una ciudad felizmente dividida.
Para ello debemos enfrentar con decisión, entre otros, al mesianismo nacionalista fanático.
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