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Buena Prensa, Buen Mundo!
El tercer mundo y el Sionismo, una pareja dispareja
Otra vez se vuelve a hablar, en algunos pasillos, de la posibilidad de declarar en la ONU que "sionismo es igual a racismo". La resolución de 1975 tuvo muy preocupadas a las comunidades judías del mundo, probablemente de modo exagerado. Contra esa resolución y a la vez contra las exageraciones acerca de sus efectos y alcances, nos calma los nervios nuestra profe de historia.
-Sharona, necesito que me calmes la histeria. Se corren rumores de una movida para restituir la vieja equiparación "sionismo = racismo" en la ONU, votada en 1975 y revocada hace poco. ¿Qué nos podés decir del asunto?
-Primero, que la histeria es mala consejera, Marcelo. De acuerdo con la reglamentación de la ONU, no se puede volver a sancionar una resolución que fue revocada. Pero de todos modos, si se llegara a hacer por algún artilugio, el modo de combatirlo es con la cabeza fría y no con histeria.
El mundo judío a veces atribuye demasiada envergadura a actos simbólicos de la ONU. No digo que la ONU carezca de importancia, pero tampoco creo que me tenga que preocupar demasiado lo que dice una colección de países no democráticos. Me importa mucho más cuando una organización como Amnesty International critica a Israel por su política de derechos humanos, porque sí veo a Amnesty como una organización que vela por los derechos humanos y me importa lo que dice. Y lo que tiene que decir lo dice tanto sobre Israel como sobre los países árabes. En cambio, no veo a la ONU como la cúspide de la justicia internacional. Nunca lo fue.
-En realidad, siempre fue un organismo bamboleado por intereses de los países que lo conforman, pero esa ya es una verdad de Perogrullo.
-Sí, pero veamos qué significa. La ONU ha emitido numerosos estatutos y resoluciones carentes de sentido. El de 1975, que equiparaba a sionismo con racismo fue producto de la Guerra Fría, antes que nada. Y pido por favor a mis lectores judíos no extasiarse con la judeofobia e intentar ver este tema en un contexto político más amplio. Dejemos a un lado el "¡Ay, los goim (Nota de BP: los no-judíos) nos quieren matar!" y vamos a ver lo que pasó ahí.
Israel sirvió, lo queramos admitir o no, justificadamente o no, de aliado fiel a la política norteamericana durante los años '70. Quiero destacar que en Israel hubo una discrepancia de opinión muy grande entre David Ben Gurión y Moshé Sharet en los años '50 con respecto a la actitud israelí para con los Estados Unidos. Justamente Moshé Sharet perdió tristemente frente a Ben Gurión. Sharet quiso adoptar una actitud neutral. Pero Ben Gurión era acérrimamente pro-yanqui. Lo cual iba a imbricar a Israel en una maraña pro-yanqui que Israel pudo haber evitado en alguna medida pero en cierta medida no. Pues de todos modos Israel necesitaba un aliado. La idea de Sharet era acercar a Israel más al Tercer Mundo y así disipar la presión árabe sobre el mismo, e indirectamente sobre Israel. Yo creo que fue una excelente idea, que nunca se concretó.
Tristemente la política de Ben Gurión ganó, e Israel se vio hiperidentificado con los EE,.UU. lo cual facilitó que muchos países del Tercer Mundo, en particular muchos países africanos, que fueron muy presionados por el cartel del petróleo árabe, se sometieran a la presión de los países árabes no democráticos. Y, en 1975, cuando ya todo el mundo había claudicado ante el chantaje a partir de la crisis petrolera de 1973, la votación fue para ellos muy fácil. El chantaje fue encabezado por los capitalistas árabes de Arabia Saudita. Pero países como México también se plegaron. México votó vergonzosamente a favor de la resolución, si bien es cierto que después se disculpó. Pero eso fue obra de un partido gobernante muy antidemocrático, el PRI, que ha sido recientemente desalojado del poder.
Pero también hay que recalcar que muchos países se rindieron a este chantaje por necesidad, pero además porque era muy fácil identificar a Israel con los Estados Unidos, dado que los dos países adoptaron casi siempre la misma política. Estados Unidos fue siempre y prácticamente el único baluarte diplomático de Israel. Ninguno de los países árabes estaba interesado en esa época en llegar a la paz con Israel, con la posible única excepción de Egipto, cuyo esfuerzo para llegar a un acuerdo de paz con Israel ya había sido rechazado por Golda Meir en 1972.
En palabras simples: obviamente la Liga Arabe tenía su propia agenda, pero esta agenda no nos tiene que preocupar tanto. Marcelo, si cada vez que tú lees que la Liga Árabe condena a Israel vas a llorar, vas a empezar a gritar "¡Socorro, los judeófobos nos quieren matar!", no vas a terminar más. Lo cierto es que sus condenas a Israel tienen tanto valor como sus declaraciones de apoyo a los palestinos: ninguno.
-Entonces sería mejor, más allá de ese voto coyuntural, analizar a fondo la actitud del Tercer Mundo para con el sionismo.
-Sí, y de eso vamos a hablar: por qué se ve el sionismo como racismo, y por qué fue visto siempre el sionismo, en el movimiento marxista, como algo contrarrevolucionario.
-Yo empezaría por la pregunta del millón: siendo el sionismo el "movimiento de liberación nacional del pueblo judío"...
-O por lo menos así le gusta definirlo a Hashomer Hatzair, en realidad también a Betar.
-¡Pero lo es!
-Está bien, por lo menos te hace bien decirlo…
-Sharona, no conviertas esto en nuestra primera pelea "en cámaras". El sionismo es el movimiento de liberación nacional del pueblo judío como los palestinos tienen su propio movimiento de liberación nacional.
-Cosa que también nos deja la conciencia tranquila al decirlo. Porque no nos olvidemos que la OLP fue un invento de un egipcio, el dictador Gamal Abedel Nasser en 1964 .
-¡Qué importa quién lo inventó! El movimiento de liberación nacional existe a ambos lados, sus estructuras son siempre inventos artificiales, pero que responden a necesidades históricas. Vos solamente me estás provocando.
-Por supuesto, por fin te diste cuenta…
-Bien. Entonces, la pregunta es: si el marxismo, al menos en su versión tercermundista, apoya a los movimientos de liberación nacional y la autodeterminación de los pueblos, ¿por qué resulta para ese marxismo, que todos los pueblos merecen su autodeterminación menos el judío?
-¿Tú estás seguro que los judíos son un pueblo?
-Ahí vas otra vez. Tanto y hasta más que los palestinos.
-¿Y cómo estás seguro que los palestinos son un pueblo? ¿Porque te lo dice su propaganda, como te lo dice la propaganda sionista respecto del pueblo judío?
-¿Y vos cómo estás segura que los kurdos, o los indios mapuches son un pueblo?
-¡¡Ah, no! ¡A los mapuches no me los toques! ¡Ellos sí son un pueblo!
-¿Y por qué? ¿Porque te tragaste su propaganda? Sharona, todos los pueblos son creaciones artificiales, como toda creación cultural humana. Vos como antropóloga lo sabés bien y otra vez me estás provocando.
-Muy bien, pero ahí has tocado un punto clave. El movimiento tercermundista como tal jamás ha apoyado la causa kurda. Pregúntame por qué.
-Está bien. ¿Por qué?
-Gracias. Los kurdos son un pueblo con una historia establecida, escrita desde el siglo XII. Tuvieron reinos independientes en la zona norte de Irak, occidental de Siria y sureña de Turquía durante los últimos 800 años. Pero tristemente en el año 1917, en la gran contienda imperialista los kurdos se quedaron sin país a causa de cómo los franceses y los ingleses dibujaron el tema. La causa kurda, sin embargo, no fue apoyada jamás por ningún movimiento tercermundista, porque no sirve a la causa de ningún dictador del Tercer Mundo. O sea, si apoyar a los kurdos sirviera a la causa del dictador Equis en el Movimiento de Países No Alineados, sí los hubieran apoyado. Pero los kurdos se encontraron atrapados entre países que se jactaban ellos mismos de ser países tercermundistas. Entonces, en el Movimiento de Países No Alineados, que no es más democrático que el movimiento imperialista que lo engendró, los kurdos siempre salieron perdiendo. Es más, el sólo hablar de los kurdos es visto por ellos como un apoyo al imperialismo, cosa absurda, porque tal como Turquía, Siria e Irak nacieron, son de los países más imperialistas del Medio Oriente. Pero no, no se puede defender el derecho de autodeterminación de los kurdos, no vaya a ser, Marx no lo permita, que hables en contra de un "líder de la justicia y los derechos humanos" como Saddam Hussein, que los masacró sin piedad.
El movimiento tercermundista siempre defendió a los vascos, pero jamás a los catalanes. Y eso es muy interesante, porque los vascos, y que lo sepan también los de la ETA que no lo quieren admitir, nunca pelearon en contra del trono español. Esos eran los catalanes, ¡mi gente! Los vascos, en cambio, pelearon por el control del trono español, no por su propia independencia. Y hubo una serie de guerras, las Guerras Carlistas en el siglo XIX, en que la meta de los vascos era llegar al poder. Pero hoy en día tú puedes leer a numerosos periodistas tercermundistas que apoyan a los vascos como si estuvieran en contra del imperialismo español. ¡Ojalá! Pero quiero destacar que un poquito más de la mitad de los conquistadores españoles, incluyendo al lunático López de Aguirre, cuyo apodo era la Ira de Dios, eran vascos. Esos mismos vascos no titubearon en masacrar a todos los indígenas, pero el tercermundismo los apoya.
Aclaro que estoy hablando de cierto sector del tercermundismo, no del tercermundismo democrático. Yo me considero socialdemócrata que apoya los derechos humanos en el Tercer Mundo, pero el Movimiento Tercermundista no es democrático, es la misma historia que el movimiento imperialista. Si vamos a apoyar el derecho de autodeterminación de los pueblos, tenemos que apoyar el de todos, y no según una selectividad más que sospechosa.
-¿Hablar del Movimiento Tercermundista es lo mismo exactamente que el Grupo de los No Alineados?
-En general sí, pero haciendo una gran diferencia entre tres grandes bloques: Asia, Africa y Sudamérica. Porque en los años '80, muchos países africanos, asiáticos, incluyendo varios países favorables a Israel como Corea del Sur, y muchísimos países sudamericanos, como Guatemala, o como la opinión pública de México, si bien no el partido oficial, mucha opinión pública argentina, el Uruguay, Costa Rica, se volvieron hacia Israel. Sus intelectuales dijeron –como Carlos Monsiváis en México, Ernesto Sábato en la Argentina, y Miguel Angel Asturias en Guatemala-: no somos Tercer Mundo; somos Cuarto Mundo. Porque nosotros estamos siendo presionados por el bloque del petróleo árabe, que está controlando también a los países más pobres dentro del Tercer Mundo. Como lo dijeron Sábato y también Jean Paul Sartre, que era pro-israelí: ¿qué tiene que ver un pobre campesino en Guatemala con un riquísimo caudillo del petróleo en Arabia Saudita? ¡Nada!
Pero los No Alineados en el fondo traicionaron a sus propios pueblos, porque sus líderes no eran democráticos. Eran Nasser en Egipto y Tito en Yugoslavia, que eran tan dictadores como Pinochet y Galtieri.
En la visión de gente como Nasser y Tito, el sionismo era una fuerza malévola, no por lo que era el sionismo en sí. ¿Tú crees que Nasser se quedaba en vela leyendo la historia judía? El no trabajaba en la Sojnut, no tenía que leer todo ese material aburrido. El tenía una meta política, impulsar la causa egipcia por medio de impulsar su propia clase social. Nasser era blanco, lo cual en la sociedad egipcia significaba estar en la cúspide del poder. El no ayudó para nada al pobre egipcio, por el contrario empobreció a ese pueblo del Tercer Mundo. El sionismo le sirvió a Nasser, tal como les sirve hoy en día a muchos líderes fundamentalistas para desviar la rabia del pueblo hacia un blanco falso: que una vez que destruyamos a Israel ya no habrá más problemas. Honestamente, si me preguntas, creo que la mayoría de los líderes árabes tienen un miedo infernal que Israel desaparezca. No me sorprendería que mandaran donaciones secretas a la WIZO. Porque el día que Israel deje de existir, tendrán que enfrentar de verdad el problema de la pobreza en sus países, y es lo último que quieren hacer.
En cuanto al sionismo, fuera de los años '40, cuando se presentaba como fuerza que luchaba contra el imperialismo, en las décadas siguientes se identificó casi univalentemente con los Estados Unidos. No fue un movimiento antiimperialista como lo fue el Vietcong en Vietnam. El sionismo era visto como un apéndice más de la gran fuerza imperialista que es EE.UU. Yo nunca voy a negar que EE.UU. es una fuente asquerosa de imperialismo. Lo que agrego es que la URSS no lo fue menos, ni tampoco dejó de serlo la China. Ve a preguntarle a un tibetano.
-Empecemos por el principio. Marx tampoco tiró muchas flores al sionismo.
-Más bien tiró bosta. Marx mantuvo una correspondencia interesante con otro gran pensador judío, un socialista democrático no marxista de nombre Moshé Hess, un precursor del sionismo que de hecho era también judío ortodoxo, que en la década del '40 del siglo diecinueve intentó convencer a Marx de la necesidad de reestablecer un hogar nacional judío. Eso sin ir en detrimento de los derechos de los árabes que poblaban la entonces Palestina.
Marx escuchó las ideas de Hess, pero mal que les pese a mis amigos de Hashomer Hatzair, jamás estuvo de acuerdo con él. Lo único que Marx escribió a favor de los judíos –estaba contaminado con mucho autoodio- fue un ensayo de la opresión de los judíos a manos turcas en Jerusalem. Pero esa condena a la discriminación turca de los judíos sefardíes no significa que estuviera a favor de un hogar nacional judío. El no veía en los judíos un pueblo. Y dijo claramente que la solución para el problema judío era la asimilación total. Lo dijo y hay que tragarlo. Sobre el sionismo no dijo nada porque no existía el término.
-Entonces, si Marx jamás habló en contra del sionismo como movimiento, ¿por qué el marxismo después de Marx siempre va a ver al sionismo como imperialista y nacionalista?
-Ahí tenemos que tener cuidado, para no caer en la trampa de ciertos judíos neofascistas que ven en el marxismo la fuente de todo mal. Marx fuera de eso tuvo ideas hermosas. Y de hecho muchos sionistas marxistas, como Ber Borojov, que sí fue un gran pensador –ahora los de Hashomer Hatzair se deben sentir mejor- dijeron que, fuera de las muchas idioteces que escribió Marx sobre los judíos, tuvo verdaderos brotes de brillantez. Y es cierto, estoy de acuerdo con ellos.
En cuanto a los marxistas, vamos de nuevo a Vietnam. Ho Chi Min, el gran fundador del comunismo y nacionalismo vietnamitas, el hombre que dirigió la lucha contra el imperialismo japonés en los años '40 y contra el francés en Indochina en los años '50 y el que fundó el famoso Vietcong, la primera organización armada que derrotó a Estados Unidos, convirtiéndose en mis héroes para siempre, el mismo Ho Chi Min fue al principio un entusiasta admirador de David Ben Gurión. Y la admiración fue mutua. Si ustedes leen la autobiografía de Ben Gurión verán que en los años '40, cuando Ben Gurión abogaba, en toda su tupida correspondencia con líderes mundiales, por la causa sionista, Ho Chi Min le ofreció un pedazo de tierra en Vietnam para los judíos, hasta que lograran reestablecerse en Palestina. ¿Qué tal?
-Porque Ho Chi Min era coherente: apoyaba el derecho de autodeterminación de todos los pueblos, no sólo de los que le caían simpáticos a ciertos grupos marxistas de universidad latinoamericana.
-Sí, pero ¿qué pasó después? Golda Meir, que no fue precisamente una de nuestras líderes más brillantes, en 1970 comenzó a impulsar el apoyo israelí a los norteamericanos en Vietnam. Fue un apoyo innecesario, Israel podía haber permanecido neutral sin que eso menoscabara sus relaciones con Yanquilandia. ¿Resultado? Todo el movimiento nacional vietnamita se volcó en contra de Israel. Obviamente, en todos los congresos internacionales, a partir de los años '70, Vietnam se mostró antiisraelí. Discúlpenme, pero aquí nosotros compartimos algo de la culpa. Es cierto que la equiparación del sionismo con el racismo es el producto de un pensamiento dictatorial que no tiene nada que ver con lo que es el sionismo en verdad, de parte de demagogos que tampoco quieren ayudar a sus pueblos. Pero en lo que a Israel respecta, más de una vez nos hemos disparado en nuestro propio pie.
Del otro lado tenemos a Japón, por ejemplo, contra el cual Israel nunca hizo nada, que de repente en los años '70 empezaron a entretenerse también con la idea de que el sionismo es racismo. No porque se hayan sentado a pensar en la tragedia del pueblo palestino, sino porque el Japón estaba supeditado en un 99% según la estadística japonesa, a la OPEP.
Es la ironía de esta historia: por un lado un comunista radical como Ho Chi Min apoyando la causa sionista, y un país capitalista e imperialista atacando a Israel. Entonces, vemos que las cosas no son tan simples. Eso va también para muchos educadores judíos que pintan todo el cuadro de blanco y negro.
-¿Qué nos podés contar de Sudamérica?
-Ahí voy a tocar un tema penoso, porque hay muchos movimientos sionistas que todavía ven en la revolución cubana un modelo. Lamentablemente, Israel ha tenido la tendencia de ignorar la situación de los derechos humanos en Sudamérica. Lo mismo cabe decir de nuestros primos los árabes. Arabia Saudita, junto con Israel, vendieron armas a la Argentina durante la dictadura militar. Siria siempre ha apoyado elementos neofascistas, eso no es novedad. Israel ha mandado ayuda al ex presidente peruano Fujimori, del mismo modo como ahora está ayudando al nuevo presidente democrático Toledo, cuya esposa es judía. Y nuestro querido Yaser Arafat siempre ha tomado parte activa apoyando a varias dictaduras en Sudamérica que se le mostraban favorables, desde Pinochet hasta los sandinistas en Nicaragua, que violaron los derechos humanos tanto como el chileno, como cuando masacraron a los indios mizquitos. O sea que todo el Medio Oriente, con respecto a Sudamérica, es un prostíbulo, donde los palestinos son las mismas rameras que los israelíes.
¿Qué pasa con Cuba y el sionismo? ¿Cuántos janijim (Nota de BP: janijim podría traducirse imperfectamente como "alumnos") de Hashomer y de Habonim han crecido con la imagen del Che Guevara colgada en sus sedes y en sus cuartos? El tema es complicado.
Empecemos por recalcar que Fulgencio Batista era un dictador execrable y había que derrocarlo. Una vez derrocado, hubo un sector de judíos antidemocráticos que huyeron a Miami, no porque temieran otra dictadura, pues la dictadura anterior no les había importado mucho, sino por temor a perder sus posiciones económicas. Pero la mayoría de los judíos se quedaron en la isla, y al principio estuvieron muy dispuestos a colaborar con Fidel y su ayudante Che Guevara.
Castro, interesantemente, mantuvo relaciones con Israel aun después de 1967, a pesar que la URSS presionaba a todos sus satélites a romper relaciones con nosotros. A Castro no le convenía hacerlo, Israel mandaba muchísima ayuda agrícola a Cuba en los años '60. Digamos que Castro, con respecto al sionismo, no mantuvo ninguna línea.
Su ayudante, el guapísimo Che Guevara, era bastante oportunista, tanto con respecto al sionismo como con respecto a los palestinos. Por ejemplo, hubo un centro juvenil judío en La Habana que, hasta hace muy poco, tuvo una bandera firmada por el Che Guevara con la dedicatoria: "Para mis amigos en el movimiento revolucionario marxista sionista". Con eso se convirtió en el ídolo de los judíos.
Hay que destacar que el mismo Che Guevara tuvo varias reuniones con líderes de los palestinos en Argelia, a principios de la década del '60 (antes que se fundara la OLP), y los palestinos señalan esto como ejemplo de la gran simpatía que tuvo el Che con ellos. Es decir que en ese sentido el Che Guevara volaba hacia donde soplaba el viento. O sea, brindo con los judíos, brindo con sus enemigos. Al final no se comprometió con nadie.
Cuando Cuba finalmente rompe relaciones con Israel, en la época de la Guerra de Iom Kipur, 1973, no fue porque Castro se hubiera despertado un día y dicho "Oh, estoy decepcionado con Israel", sino por la presión soviética. (Nota de BP: sin embargo la URSS cayó y Cuba sigue con su politica oficial antisionista)
Hace cinco años Castro tuvo una reunión más que cálida con el entonces presidente del Estado de Israel, Ezer Weizmann. Lo abrazó en una fiesta organizada por Nelson Mandela, que había invitado a todos sin distinción. Castro parecía más judío que Weizmann, para mí Castro es parecido al rebe de Lubavitch. Y ahí seguro que hubo más de uno que pensó que Castro en el fondo nos quiere.
Lo que quiero decir es que detrás de la idea de equiparar sionismo con racismo no siempre se esconde esa temible hidra de muchas cabezas de la judeofobia. Hay intereses políticos. Yo les estoy pidiendo a mis lectores que puedan comprender la parte maquiavélica del asunto si es que quieren combatir el día de mañana una equiparación estúpida. Pero si lo siguen viendo como vestigio del nazismo, perdón, pero están equivocados. (Nota de BP: si bien la motivación puede ser de índole política, eso no quita el hecho de que el antisionismo es una manifestación judeofóbica. Por otra parte habría que diferenciar las agresiones y demonización política e ideológica que se emprende contra Israel de la lectura e intepretación que hacen los pueblos de dicha demonización. Puede que los políticos no sean judeofóbicos y simplemente saquen rédito de estos ataques. Pero el mensaje que le transmiten a su pueblo sí es judeofóbico y refuerza ideas preconcebidas de los judíos. Basta con leer en foros los comentarios de muchos antisionistas, comentarios que rozan lo antisemita. Para hacer una analogía: si hoy estuvieramos en el 1930 tranquilamente podríamos decir que detras del nazismo hay intereses políticos. Sin embargo eso no quita que el nazismo sea una ideología judeofóbica.)
-¿Vamos al África?
-Oh, allí el cuadro es igualmente complicado. Los que abogan por el "todos nos odian" hablan de Idi Amín, el loco dictador de Uganda que apoyó a tantas organizaciones terroristas. Pero algo que nadie quiere recordar es que Idi Amín fue entrenado por las fuerzas aéreas y los paracaidistas israelíes en los años '60. Hasta los años '70 llevó la insignia de los "Tzanjanim", los paracaidistas hebreos, sobre su uniforme. Fue una gran vergüenza para Israel cuando este gran supuesto amigo de Israel se volcó para el lado de los árabes. No lo hizo porque le importara el pueblo palestino, sino una vez más por la presión imperialista del petróleo. Pero no siempre fue un monstruo para nosotros; en todo caso nosotros ayudamos a crear ese monstruo.
Tampoco podemos tildar a todos los países africanos como antisionistas. El vecino de Idi Amín, Jomo Kenyata, el gran arquitecto del nacionalismo africano, en Kenya, en el Cuerno Africano, un líder aun más grande que Mandela, era un gran amigo de Israel. Era tan amigo, que cuando la fuerza imperialista de la OPEP –y repito adrede que es una fuerza imperialista y capitalista, porque no distribuye nada entre sus pueblos árabes- obligó a todos los países africanos a romper relaciones con Israel a raíz de la entrada israelí en Egipto en la Guerra de Iom Kipur, Kenyata no pudo resistir, pero enfatizó públicamente que mantendría sus relaciones económicas y culturales con Israel. Y cuando Israel decidió rescatar a los rehenes de Entebbe, sabemos que Israel lo pudo hacer únicamente después de conseguir el beneplácito de Jomo Kenyata para recargar de combustible sus aviones en Kenya, sobrevolar su espacio aéreo, etc.
Andrew Young, el primer embajador norteamericano negro en la ONU, que también mantuvo diálogos con palestinos e israelíes para que lleguen a un acuerdo, hizo una gira por todos los países africanos en 1978 instándolos a reanudar sus contactos con Israel. A raíz de esta famosa gira, casi todos los países africanos reestablecieron vínculos con Israel. Lo recalco, porque muchas veces citan también a Andrew Young como un famoso personaje antisionista. ¡Una estupidez!
Por eso, si hablamos de intereses de ciertos dictadores en embarrar el nombre del sionismo, no por cosas que Israel hizo sino por sus propios problemas internos e intereses creados, entendemos cómo combatir la idea de "sionismo es racismo". Si lo seguimos viendo, en cambio, como otro brote del gran monstruo antisemita, nos quedaremos atascados en el gueto sin poder articular una respuesta eficaz.
-Muy bien. Para terminar, podemos contestar el punto en sí, más allá de que la acusación sea una patraña interesada. ¿Sionismo es o no es racismo?
-Está bien, por si a alguno le queda alguna duda y para el protocolo. El sionismo como movimiento nacional de liberación del pueblo judío jamás fue racista. No estoy diciendo que todo lo que hace Israel en su conflicto con los palestinos está justificado, pero no se basa en la doctrina racista: no se ataca o se viola los derechos humanos de los palestinos por el solo hecho de ser palestinos, sino en el marco de la dinámica de un conflicto entre dos pueblos que reclaman una misma tierra, y ni el sionismo ni Israel los consideran una raza inferior. Sobre todo, el movimiento que creó a Israel, el sionismo, que indirectamente creó al pueblo palestino como tal, tiene tanto de legítimo como el movimiento por la independencia argentina, o vietnamita. El sionismo es igual al movimiento del Vietcong, al de San Martín. Yo no puedo tildar de dictatorial o racista al movimiento independentista argentino, que fue hermoso, sólo por el hecho de que luego fue seguido por una serie de dictaduras. El problema fue que el movimiento de independencia argentino traicionó los ideales de San Martín. Ojalá Israel pudiera plasmar más y mejor todos los ideales del sionismo. Y ojalá el movimiento nacional palestino reconociera también dónde están sus raíces, pues hasta que los palestinos no entraron en contacto con judíos sionistas –los cuales mostraron un interés enorme hacia la cultura árabe- la conciencia nacional palestina no pudo cristalizar. Tristemente los dos movimientos, que están bien imbricados el uno en el otro, tenían que llegar a un choque, pero aquí el racismo no tiene nada que ver, está tirado de los pelos, como sacado de un viejo libro de leyendas, cuando la historia verdadera es bien otra.
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Como ven, hice un par de comentarios al texto, especialmente en el tema del antisionismo y el antisemitismo (judeofobia). Creo que es acertado señalar que el antisionismo esconde intereses políticos y que no necesariamente detrás de cada político antisionista se encuentra una reencarnación de Adolf Hitler. Sin embargo, resumir el fenomeno antisionista a una mera lucha de intereses políticos tampoco es correcto. El antisionismo tiene algunos fundamentos en el antisemitismo y a la vez el antisionismo sirve de motor y de alimento a la judeofobia.
Por lo demás, me encantó el texto.